Arbitrariamente, cuatro imágenes de la presentación preparada para hoy.
Ahí en el Centro Cultural Playa Ancha contaré y mostraré un poco más.



Todo el asunto empezó por cierta tendencia diogenística, disfrazada en este caso de celebración de la nostalgia infantil, en el marco de la cual encontré que los actuales boletos de Valparaíso (y de otros lugares de Chile, cosa que luego me enteré) son parecidos a los boletos que conocí y usé, de purrete, en Montevideo.

Entonces empecé a guardarlos por esa doble simpatía, tanto con los diseños como con el recuerdo que evocaban. Pero el conjunto no tenía una forma clara, así que se fueron transformando en una cinta (así vienen de la imprenta, así los tienen en las micros), cosa de poder tenerlos todos juntos, cinta que, por razones y casualidades variopintas, se transformó en el soporte de lo que ahora es la Micromemoria porteña que, por cierto, sigue creciendo.